domingo, 28 de octubre de 2012

Fragmento del libro:


Había una leyenda en Suar que decía que una vez cada cien años, en otoño, de un árbol multicolor caería una hoja particular y única. Esta hoja sería de oro bruñido y concedería el deseo de tornar en oro puro, solo una vez, lo que tocara la persona que la encontrara. Así pues, los pequeños huérfanos de Riboah salían cada otoño a rebuscar entre las hojas caídas de los árboles del bosque, con la emoción de ser los afortunados en encontrar la rara joya natural.
Fue una de esas tardes repletas de esporas y rayos encantados cuando Aldor, que ya había durado varias horas de cuclillas buscando el tesoro, se enderezó a causa del cansancio y volteó a ver a Tizbyh. La rubia se encontraba sentada con placidez en una gran roca musgosa, y le hacía señas para que se acercara. Aldor obedeció. Tiz le señaló un pequeño montón de hojas resecas que estaban a su derecha.
_ ¿Qué hay? -Le dijo el niño al llegar.
_Busca entre ese montón -respondió Tiz- Allí la hallarás.